Yo le tengo miedo a la palabra
porque acomoda el lenguaje a su antojo.
Trae felicidad o maldad en su manojo
según sea la boca que la habla.
Unas pueden ser dulces, soñadoras
otras, solemnes rigurosamente solas
unas quedan ligadas, recordadas
y otras muy distantes y olvidadas.
Hay palabras que nacen en el alma
trasmitiendo un gran alivio y sosiego
son aquéllas palabras ¡Tan amadas!
Y hay otras, maldecidas y sin calma
que hiriendo van en pos del odio ingrato
son aquéllas que hieren nuestra alma.
Eli
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